Arnold Shönberg
Arnold Shönberg

  Tras escuchar un innovador concierto de Schönberg en Munich el 1 de enero de 1911, el joven Kandinsky quedó tan impresionado por las similitudes detectadas entre lo que allí escuchó y sus propias ideas sobre pintura (sobre todo "arte", en realidad) que el 18 se atrevió a remitir unos dibujos al músico con una carta en la que expresaba tales coincidencias.

  Esta fue la respuesta de Schönberg al joven Kandinsky el 24 del mismo mes: “Ante todo, muchas gracias por los dibujos. La carpeta me ha encantado. La entiendo perfectamente y estoy seguro de que coincidimos en ello. Y, además, en lo fundamental. En lo que Vd. Llama lo 'ilógico' y yo denomino la 'eliminación de la voluntad consciente en el arte'. También comparto su idea sobre el elemento constructivo. Cualquier formulación que pretenda desencadenar consecuencias tradicionales no está exenta de actos de voluntad. Y, sin embargo, el arte pertenece al inconsciente. ¡Uno debe expresarse! ¡Hay que expresarse directamente! Nunca expresar sus gustos o su educación o su inteligencia, sus conocimientos y su saber hacer. Jamás esas atribuciones adquiridas. Sino todas las innatas o impulsivas . Toda creación, toda creación consciente juega con ciertas matemáticas o geometrías, con el segmento áureo y cosas parecidas. Sin embargo, la creación inconsciente que se plantea la ecuación 'Forma = Apariencia', sólo ella crea una creatividad autentica, sólo ella produce aquellos modelos que los faltos de originalidad copiarán convertidos en formulas. Pero aquel que logra oírse a sí mismo, reconocer sus propios impulsos e introducirse con el pensamiento en cualquier problema, no necesita esos apoyos. No es preciso ser un innovador para trabajar así, sino ser solo un hombre que se toma en serio a sí mismo; y que además se toma en serio lo que significa el autentico deber de la Humanidad en cualquier campo espiritual o artístico: ¡¡¡reconocer y expresar la visión percibida!!! ¡Esa es mi creencia!”

 

  Nótese que estamos en 1911, año de publicación del famoso Tratado de armonía de Shönberg y año en que Kandinsky comenzó a escribir una serie de reflexiones que dos lustros después se recogerían en De lo espiritual en el arte (1922), en donde -entre otras cosas- dice:


  El compositor vienes Arnold Schönberg es el único que, actualmente, va por este camino derenuncia total a la belleza acostumbrada y defiende cualquier medio que conduzca al fin de la autoexpresión.

 

 

  Ahora, cien años después,  todavía se está vendiendo en grandes superficies, y no sólo en ellas, literatura al estilo del siglo XIX, remedando y reiterando lo que ya está más que acabado, repetido y superado, sin aportar absolutamente nada novedoso.

 

  Nótese también la revolución que esperaba a la vuelta de la esquina en todas las artes.  Por centrarme sólo en literatura, citaré a Joyce, Rilke, Ezra Pound y T.S. Elliot.

 

  Y todavía hay quien confunde las poéticas con la poesía. Cuando lo que sobra, precisamente, son esas poéticas (patrones para escribir).  Eso no quiere decir que no haya que leer crítica literaria buena, lo cual siempre enriquece, por supuesto (de hecho la carta citada no deja de ser un texto de crítica artística).  Eso quiere decir, simple y llanamente, que cuando se intenta crear algo verdaderamente artístico hay que soltarse, dejarse llevar, desmelenarse, desnudarse.  Luego dejarlo reposar.  Y a las horas (o mejor a los días) volver a leerlo y si no te convence, pegarle fuego.  Y si te convence, entonces sí, exhíbelo, es probable que hagas mucho bien.

 

  Pero no, hay quien sigue confundiendo  literartura,  arte -poesía en suma- con una exhibición de léxico y conocimientos.  Pues no, eso no es poesía.  O al menos no es poesía que no exista ya.   Y si, en última instancia, ya que vuelve a hacerse lo mismo, se superaran aquellos modelos ya tan manidos e imitados, bueno, pues aún se podría aguantar.  Pero rara vez acontece tal superación.

 

Vía:  http://servando-mibarricada.blogspot.com.es/