Un virtuoso del violín ofrece un concierto en el metro sin que casi nadie lo escuche

 

¿Reconoceríamos a un genio del violín en el metro o en la calle? Seamos francos: en principio no. Eso es, al menos, lo que les pasó a los ciudadanos de Washington cuando pasaron por delante del virtuoso Joshua Bell. Hemos comprobado de la mano del reconocido violinista Ara Malikian que, al menos en esto, España no es muy diferente. Cientos de viajeros del metro de Madrid han escuchado al músico sin saberlo ni detenerse. Interpretó obras de Bach y Sarasate con un violín-reliquia del siglo XVIII.

 

De tocar en el Teatro Real a hacerlo en el metro hay mucha diferencia. No solo por el aspecto de los espectadores o su edad, sino también por su predisposición hacia el arte.

Tras 35 minutos de recital en el metro de Madrid, Ara Malikian (Líbano, 1968) lo sabe, al igual que Joshua Bell, que realizó una experiencia parecida en Washington.

 

En el metro los instrumentos van por nacionalidades: los del este tocan el violín, los sudamericanos la guitarra, flautas, y los africanos reggae

 

Ataviado con colgantes, pañuelos y hasta gafas de sol (que finalmente decide no usar), se enfrenta en esta ocasión a un público "más exigente que el de los auditorios", en sus propias palabras, y "que busca otras cosas".

 

Al principio falla la ubicación, que desde Metro de Madrid nos aseguran es fundamental: "a veces no importa tanto cómo lo hagas sino dónde te sitúes, por eso hay peleas tan a menudo".

"En nuestras instalaciones está permitido tocar-prosigue-, salvo que se dificulte el paso de los viajeros. Los instrumentos van por nacionalidades: los del este tocan el violín, los sudamericanos la guitarra, flautas, y los africanos reggae".

 

De la patera al clásico por excelencia

Malikian también bromea sobre su aspecto: "parece que acabo de salir de la patera", dice entre risas. Con lo que no admite bromas es con su violín, un Montagnana del primer tercio del siglo XVIII que trata como oro en paño.

 

Las sonatas y partitas de Bach comienzan a sonar en un cruce de caminos que lleva a varias líneas en la concurrida estación de Nuevos Ministerios.

 

Nadie se para y muy pocos se animan a echar unos céntimos. Algunos obsequian al violinista con una mirada mucho menos espiritual que la música del compositor alemán, y la mayoría simplemente 'pasa', enfrascada en sus pensamientos o escuchando música con auriculares.

Transcurridos unos minutos, Malikian apenas ha recibido un par de euros, y comienza a ponerse nervioso.

 

Después aclara que "llegado un punto, ya no sabía qué hacer para que la gente se parase y me escuchase", por lo que sobre la marcha decide cambiar a Bach por Sarasate, mucho más técnico y espectacular.

Llegado un punto, ya no sabía qué hacer para que la gente se parase y me escuchase

Al final recauda 5,35 euros, que asegura dará a otro músico que se encuentre en el metro o en la calle.

"Tocar en lugares como estos es una verdadera vocación y hay intérpretes muy buenos". Asegura que repetirá la experiencia.

 

Mira los comentarios de la gente al pasar: 

  • "¡Pobre, No tiene dónde ensayar!"
  •  "Es un músico muy bueno".
  • Solo Carmen, de 30 años, se para en seco al escuchar a Malikian "Venía escuchando mientras bajaba las escaleras, y decidí quedarme, quizás porque no tenía prisa. Tenía previsto leer un libro al llegar a casa, según confiesa con los ojos húmedos tras el recital, pero quedarse a escuchar al libanés le pareció una buena idea". Tras el concierto asegura que se dio cuenta "de que no era un cualquiera".